Manuel Alejandro Hidalgo, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Pablo de Olavide.

Entrevista/ La crisis económica generada por la pandemia de la COVID-19 ha recuperado un debate que ya había aparecido en anteriores recesiones: la necesidad de cambiar el modelo productivo español. Sin embargo, «no sabemos muy bien qué significa» esta transformación, asegura Manuel Alejandro Hidalgo, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. En su opinión, «supone más bien cambiar el modo de hacer las cosas, pero no necesariamente qué hacemos». Hidalgo, que ha ocupado diversos cargos públicos -el último el de secretario general de Economía de la Junta de Andalucía desde febrero de 2019 a junio del pasado año-, apuesta por favorecer el desarrollo tecnológico de todos los sectores y no primar uno sobre otros.

 

La pandemia de la COVID-19 ha generado una fuerte recesión económica y, como en anteriores crisis, se habla de nuevo de cambiar el modelo productivo de nuestro país. En la de 2009 se ponía el foco en la construcción y ahora, en el turismo. ¿Habría que cambiar el modelo? ¿Hacia dónde debería ir?

Yo voy a la mayor, no sabemos muy bien qué significa eso de cambiar el modelo productivo. Creo que confundimos los deseos con objetivos y no terminamos de entender muy bien cómo hacerlo. No tiene que implicar un cambio radical en la actividad sectorial que se realiza. Supone más bien cambiar el modo de hacer las cosas, pero no necesariamente qué hacemos. Me explico, en el caso del turismo, puede ser un sector ampliamente tecnificado. Lo que tiene que hacer y, de hecho lo está haciendo, es alcanzar mejores ratios de valor añadido a través del uso de nuevas tecnologías, por ejemplo, en la cualificación de sus trabajadores.

Me preocupa que haya menos industria, menos sectores tecnológicamente avanzados. Por tanto, creo que la cuestión es favorecer el desarrollo tecnológico de todos y no primar uno sobre otro

 

El turismo ha iniciado el proceso de transformación digital, pero sigue siendo uno de sus principales retos entonces…

En parte se está haciendo, pero la apuesta en este caso es crear un producto diferenciado y, sobre todo, generar valor. En este sentido, la inversión tecnológica ayuda bastante. En mi opinión, lo importante no es si tenemos más o menos turismo, sino que este sector, en el que tenemos una importante ventaja comparativa que hay que explotar, genere un valor añadido mayor del que pueda generar ahora. Si queremos tener más y mejor turismo, tenemos que invertir más en innovación tecnológica. Creo que ese es el camino.

 

Respecto a los fondos europeos, que ahora mismo constituyen la esperanza de todos los sectores para impulsar la recuperación, ¿qué van a significar para la economía española?

Significan una oportunidad de cambio de los fundamentos del modelo productivo. Estamos hablando del uso intensivo de cierto tipo de capital, principalmente tecnológico, pero también de formación de trabajadores, la digitalización de las comunicaciones o de aprovechar todas esas inversiones para ser energéticamente más eficientes. Si cambias esos fundamentos macroeconómicos de producción, después el modelo cambia. Es decir, vira hacia una actividad mucho más eficiente, de más valor añadido, no necesariamente, por lo tanto, a un cambio sectorial, aunque éste puede llegar, pero de forma natural.

 

Y, hablando de digitalización, usted ha publicado el libro “El empleo del futuro”. ¿Cómo serán el mercado laboral en unos años?

Nadie sabe cómo va a ser, pero alguna intuición sí tenemos. Es evidente que el proceso de automatización se está profundizando y abarcando cada vez más tareas que venían realizándose por parte de las personas. Las máquinas, ya sean robots o algoritmos de inteligencia artificial, cada vez van a hacer más y mejor las tareas y de un modo más barato. Al final nos quedan dos opciones y por ahí se va a perfilar el empleo del futuro. La opción uno es que las máquinas nos ayuden de tal manera que las usemos como una herramienta más y eso nos permita ser más productivos y crear más valor. La segunda es que nos resguardemos en aquellos empleos que sean plenamente humanos y que sabemos que las máquinas no van a hacer. Son actividades como el cuidado, la resolución de ciertos problemas complejos, liderazgo, trabajo en equipo, asimilación y transformación de información.

Nos vamos a polarizar hacia empleos muy tecnificados y cualificados, por un lado, y, por otro, hacia dos tipos de empleo. Uno muy manual y de bajo salario, y otro también muy humano, pero de una alta cualificación, los llamados soft skills, que van a estar bien remunerados.

 

Se suele comentar que en el futuro habrá empleos que ahora mismo ni siquiera sabemos cómo denominar…

Es como si en 1900 hubiéramos hablado de un empleo que consiste en recabar datos a través de teléfonos móviles y generar procedimientos de marketing personalizado. Es muy difícil prever todo lo que va a pasar, pero lo importante es estar preparados, muy cualificados, ya sea para hacer una carretera o para tratar una enfermedad. Pero también es importante ser muy flexibles y tener la capacidad de adaptarnos a un gran espectro de ocupación durante los próximos 20 o 30 años.

 

¿La incorporación de las nuevas tecnologías supone una amenaza para el empleo o fomentará nuevas ocupaciones?

En general, la tecnología no es una amenaza, lo es para ciertas ocupaciones. Desde el inicio de la revolución industrial ha habido perdedores, muy identificados en determinados periodos de tiempo, pero, en general, las nuevas tecnologías elevan la productividad, la remuneración y el bienestar de la sociedad. Como todo en la vida, supone cambios y no siempre nos gustan, aunque al final el saldo siempre ha sido positivo, con lo cual no tiene sentido ver el futuro de forma oscura. Lo que sí hay que hacer es prepararse y tratar por todos los medios de colocarse en el bando de los ganadores.

 

¿Cómo saber por qué bando apostar?

Para eso hay una papeleta que siempre es ganadora: la formación. Aquellas personas que se quedan a mitad de camino en su formación y no adquieren una determinada habilidad, especializada o transversal, lo van a tener muy complicado.

 

¿Qué opina de los ERTE, el mecanismo que se está utilizando durante esta crisis para tratar de salvar el empleo?

Los ERTE han sido fundamentales. Siempre y cuando tenga sentido, y en este caso lo tenía, constituyen una solución mucho más positiva que el despido de un trabajador. Ahora bien, el problema es el futuro, conviene empezar ya a diseñar mecanismos de salida porque hay actividades que pueden estar en una situación de la cual difícilmente se puedan recuperar.

En sectores como la hostelería tiene sentido mantener los ERTE porque los trabajadores se van a poder reincorporar cuando haya una recuperación del turismo, pero en otros va a ser más complicado. Sabemos que hay empresas que van a tener que despedir y mantenerlos en ERTE no tiene sentido.

 

¿Qué enseñanza podemos sacar de esta crisis?

Ésta es una crisis particular, muy dura, pero puntual, difícilmente reproducible, o eso esperamos, con lo cual las lecciones que pueden aprenderse, en el ámbito de la empresa, y creo que lo están haciendo, se centran más en la forma de trabajar, en lograr una mayor flexibilización en el modo de llevar a cabo las tareas; también por parte de los trabajadores, la formación. Desde el punto de vista de la política, quizá las lecciones son mayores por la forma de actuar, las tardanzas, los sistemas, que son imperfectos, han quedado desnudos frente a la pandemia. Pero hemos mejorado en otras cosas, por ejemplo, la Unión Europea se ha fortalecido durante estos meses, ha reaccionado rápido y contundentemente, lo cual es de agradecer.

 

Fuente: www.hosteltur.com